La Inteligencia Emocional es la clave del éxito.
Al indicador tradicional de inteligencia, el Cociente Intelectual, le ha salido un serio competidor: la Inteligencia Emocional. Las posibilidades de triunfar en la vida son más altas en una persona que tiene muy desarrollado este tipo de inteligencia, pero ¿en qué consiste ser emocionalmente inteligente?
Tradicionalmente se ha medido la inteligencia de una persona en base a su Cociente Intelectual (CI), es decir, existía un único indicador para medir las capacidades de una persona y se presuponía que un Cociente Intelectual alto era garantía de éxito en la vida. Esto era así porque se establecía una asociación directa entre la capacidad académica y el éxito personal y profesional. Sin embargo, hay otro tipo de inteligencia que se ha demostrado como complemento indispensable para triunfar en lo profesional e incluso para alcanzar altos niveles de satisfacción personal en la vida: la Inteligencia Emocional.
¿Qué es la Inteligencia Emocional?
La Inteligencia Emocional (IE) es un concepto introducido por Daniel Goleman, psicólogo norteamericano, que la define como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones”. No deja de parecer obvio haber llegado a la conclusión de la importancia de estas capacidades si tenemos en cuenta cómo influyen nuestras emociones a la hora de tomar decisiones de todo tipo ¿verdad?
Llega entonces el momento de determinar ¿qué es entonces lo que hace que una persona tenga éxito? ¿Qué factores o elementos se miden para poder predecirlo?
Si comenzáramos por medir el cociente intelectual de una persona nos decantaríamos por la realización de un test de inteligencia. Aunque el test original desarrollado por el psicólogo alemán William Stern se ha perfeccionado y ahora mide de forma más fiable las cualidades intelectuales de una persona, se ha demostrado que es insuficiente para valorar su perspectiva de éxito profesional. Incluso en algunos casos ser una persona superdotada o ser un genio, ha supuesto un “problema” en el camino hacia el éxito.
La psicoterapeuta Jeanne Siaud-Facchin relataba durante una entrevista en el Instituto Francés de Madrid (El Mundo, 2014), “llevo años diagnosticando y tratando los problemas que provoca el exceso de inteligencia en la infancia. En el caso de las personas con un elevado cociente intelectual (personas superdotadas) suele existir un desajuste con su entorno. Una gran potencia de inteligencia, también produce sobreabundancia de información, lo que conlleva a que estas personas en la adolescencia tengan dificultad para organizar y estructurar el pensamiento. Es una fuerza y una fragilidad a la vez. Esta forma de inteligencia contribuye a una gran lucidez sobre lo que pasa en cada momento de la vida, que puede generar además sufrimiento por entender demasiado, por analizar demasiado, e interferir en la capacidad de ser feliz.”
En estos casos, como en todos aquellos en los que nuestras emociones interfieren en la toma de decisiones, parece que la Inteligencia Emocional se ha mostrado como un factor clave para el logro personal y profesional, así como un elemento que contribuye a que las personas estén más satisfechas consigo mismas ¡y sí, que sean más felices!
En la ecuación del éxito, la clave es la Inteligencia Emocional
¿Cómo logra enfocarte hacia el éxito la Inteligencia Emocional?
Según el modelo de David Goleman, existen 5 capacidades básicas que definen la Inteligencia Emocional:
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AUTO-CONCIENCIA EMOCIONAL. Reconocer las propias emociones.
Es la capacidad de reconocer lo que sentimos y cómo nos afecta, nos permite delimitar nuestras capacidades y puntos débiles.
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AUTO-REGULACIÓN. Saber manejar las propias emociones.
La capacidad de auto-regulación es aquella que nos permite no dejarnos dominar por nuestros sentimientos, saber detectar lo que nos sucede y no actuar de forma impulsiva.
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AUTO-MOTIVACIÓN. Utilizar el potencial existente.
Esta capacidad es útil porque nos permite mantenernos motivados y focalizarnos en nuestras metas en lugar de hacerlo en las dificultades para llegar a ellas.
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EMPATÍA. Saber ponerse en el lugar de las demás personas.
La capacidad de ser empático supone comprender e identificarnos con el resto de las personas, lo cual favorece enormemente la comunicación y beneficia las relaciones con las personas.
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HABILIDAD SOCIAL. Crear relaciones sociales.
Poseer esta capacidad significa lograr una comunicación buena y conducente al establecimiento de relaciones amigables.
Te lo hemos resumido en la siguiente infografía para que puedas descargarla:
¿Pero sabes qué es lo mejor de todo? Que la Inteligencia Emocional se puede adquirir y desarrollar, y con ella todas las capacidades que lleva asociadas. Es decir ¡que podemos entrenarnos en inteligencia emocional!
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