La vuelta al cole

«Tengo que buscar la forma de lograrlo» -voy pensando en el coche de camino a la oficina- Hace una semana que me he incorporado después de las vacaciones de verano, y tras un breve período de síndrome postvacacional, estoy cargada de energía y llena de nuevas ideas. Doctor, me parece que tengo el síndrome de la «vuelta al cole».

Creo que cada año de calendario tiene (al menos) dos puntos de inflexión. Uno de ellos es Año Nuevo: en enero, con el comienzo de otro año, nos prometemos un montón de cosas, hacemos una lista de propósitos que en algunos casos llevaremos a término, en otros se nos olvidarán cuando despertemos de la resaca de Nochevieja y unos pocos incluso puede que se conviertan en auténticos despropósitos.

Ciertas fechas del año nos hacen más proclives a revisar la dirección en la que caminamos
y a hacer listas de nuevos propósitos

Y el otro punto de inflexión suele caer por estas fechas. Septiembre suele ser el mes del regreso: vuelta al curso, trabajo o cualesquiera que sean las tareas que nos ocupan los días de forma habitual. Empezamos a asimilar que en breve se acaba el verano, nos reincorporamos a esa rutina que nos acompañará el resto del año y gran parte del siguiente, y aunque enfocamos la vista al frente, seguimos mirando un poco de reojo a tantos y largos días de sol que se quedaron atrás (en el Norte nos tocaron algunos menos).

La importancia de reinventarnos

Septiembre coincide, y no es casualidad, con el lanzamiento de un montón fascículos y coleccionables de diverso tipo, porque en este mes hacemos planes con el deseo de reinventarnos, y en ellos incluimos “todo aquello que usted siempre quiso hacer y nunca se atrevió a intentar”, como por ejemplo montar una maqueta de dinosaurio, porque aunque eres asesor contable de 8 a 15 horas, en tu interior puede que viva un paleontólogo frustrado.

Si eres el estudiante procastinador y empiezas nuevo curso, seguro que estarás pensando “este año llevaré los apuntes al día” y te habrás comprado una caja de marcadores de varios colores y un gran blíster de bolis Bic, porque este año sí, este año lo llevarás todo perfectamente resumido y esquematizado.

Creo que tenemos muy interiorizada la «vuelta al cole» de cuando éramos niños y por eso septiembre nos huele a nuevo: a libros nuevos, a carpetas, a lápices de colores… y a nuevos proyectos. ¡Y que bien huelen las ilusiones recién estrenadas!

Seguir adelante con la misma mecha todo el año y a pleno rendimiento es casi imposible, por eso necesitamos estos puntos de inflexión, que como una plataforma de lanzamiento para cohetes, nos impulsan a plantearnos qué queremos de la vida y nos estimulan para planificar cómo lograrlo.

Ay, los planes… Reinventarse y hacer planes es bueno, porque en una de estas ¿quién dice que no vas y los cumples? Mucho peor sería no tenerlos, no tener ningún tipo de meta. Puede que no seamos el Equipo A pero seguro que de todos los planes que hagamos, alguno sale bien.

Dejar volar la imaginación es agradable y necesario,
pero la única forma de generar un cambio es pasando a la acción.

Decía Harvey Specter, personaje de la serie de televisiva Suits, «Yo no tengo sueños, tengo metas». Si quieres que tus sueños se transformen en metas, no pierdas de vista estas «3 Pes»: planificación, positivismo y perseverancia.

Ante todo planifícate y deja la mínima expresión de tus metas al azar, porque sea lo que sea aquello que te propongas, la mejor forma de asegurarte una alta probabilidad de éxito es contar con una buena planificación, de modo que aquí te damos algunos consejos para realizar planes de proyecto, porque nos encanta que los planes salgan bien  😉

 

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